El Método Teresiano de Oración, inspirado en la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, se presenta, en el mes de la Biblia, como una vía privilegiada para orar con la Palabra de Dios.
La Sagrada Escritura no es solo un texto para leer, sino un manantial de vida que, al meditarlo, nos lleva a una relación más profunda con Cristo.
El método teresiano, profundamente arraigado en la experiencia mística y pastoral de la santa, es un tesoro para quienes desean crecer en su vida espiritual.
Santa Teresa de Jesús y la Oración como Amistad
Santa Teresa de Jesús, carmelita reformadora del siglo XVI, entendió la oración como “un trato de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Libro de la Vida, 8, 5).
Esta definición, sencilla pero profunda, nos recuerda que la oración no es un ejercicio mecánico, sino un diálogo vivo con Dios.
Para Teresa, la Palabra de Dios es un medio esencial para entrar en este diálogo, pues en ella encontramos la voz de Cristo que nos habla, nos consuela y nos guía.
El método de oración teresiano, aunque no sistematizado en un manual, se desprende de sus escritos, especialmente de El Libro de la Vida y Camino de Perfección, donde enseña cómo la meditación de la Escritura puede transformar el corazón.
Este método no requiere grandes conocimientos teológicos, sino un corazón dispuesto a escuchar y a responder.
Es un camino accesible para todos, desde el laico comprometido hasta el religioso contemplativo, siempre que haya un deseo genuino de encuentro con Dios.

En este Mes de la Biblia, el método de Santa Teresa nos invita a tomar la Sagrada Escritura como una carta de amor escrita por el Señor, que espera ser leída con el corazón.
Los Pilares del Método Teresiano
El Método Teresiano de oración se fundamenta en varios elementos esenciales que, al integrarse, facilitan un encuentro personal con Cristo a través de la Palabra. Estos pilares son:
- Preparación del Corazón: Antes de iniciar la oración, Santa Teresa insiste en la importancia de disponerse interiormente. Esto implica buscar un lugar tranquilo, alejado de distracciones, y adoptar una actitud de humildad y confianza. La santa recomienda ponerse en la presencia de Dios, reconociendo que Él está ya presente y deseoso de hablar con nosotros. Un breve acto de fe, como una oración al Espíritu Santo, puede ayudar a abrir el alma a la acción divina.
- Lectura Orante de la Palabra: El núcleo del método es la meditación de un pasaje de la Sagrada Escritura. Santa Teresa aconseja elegir un texto, preferiblemente de los Evangelios, que hable de la vida de Cristo, como la Pasión, la Última Cena o un encuentro de Jesús con sus discípulos. La lectura no debe ser apresurada, sino pausada, permitiendo que las palabras resuenen en el corazón. La santa invita a imaginar la escena, a “representársela” interiormente, como si estuviéramos presentes en el momento narrado. Por ejemplo, al meditar en la samaritana (Jn 4), podemos visualizar el pozo, escuchar la voz de Jesús y sentir la sed espiritual de la mujer.
- Diálogo con Cristo: La meditación de la Palabra no se queda en un ejercicio intelectual. Santa Teresa nos anima a dialogar con Jesús, a hablarle como a un amigo. Este diálogo puede incluir alabanzas, peticiones, agradecimientos o incluso quejas, siempre con sinceridad. La Palabra se convierte en un puente que une nuestro corazón con el de Cristo, permitiéndonos responder a su amor con nuestro amor.
- Resolución Práctica: La oración teresiana no termina en el momento de contemplación, sino que debe traducirse en acción. Santa Teresa enfatiza que el verdadero fruto de la oración es la transformación de la vida. Al concluir la oración, es útil reflexionar sobre cómo el pasaje meditado nos invita a vivir de manera más coherente con el Evangelio. Por ejemplo, meditar en el lavatorio de los pies (Jn 13) puede inspirar un compromiso concreto de servicio a los demás.
- Silencio y Contemplación: Aunque Santa Teresa reconoce que la contemplación es un don de Dios, su método prepara el alma para recibirlo. Después de meditar y dialogar, es importante dejar espacio para el silencio, permitiendo que Dios hable en el corazón. Este momento de quietud es un acto de confianza en la acción del Espíritu Santo.
Aplicando el Método Teresiano en el Mes de la Biblia
El Mes de la Biblia es una oportunidad ideal para incorporar el Método Teresiano en la vida diaria.
Una práctica sencilla podría ser dedicar 20-30 minutos al día para orar con la Palabra.
Por ejemplo, se puede elegir un pasaje del Evangelio correspondiente a la liturgia diaria o un texto que resuene personalmente.
Siguiendo los pasos descritos, el orante puede sumergirse en la escena, dialogar con Cristo y discernir cómo vivir el mensaje recibido.
Para los principiantes, es útil empezar con textos breves y significativos, como las parábolas de Jesús o los encuentros con personajes como Zaqueo o María Magdalena.
Además, el Método Teresiano puede enriquecerse con la participación en la Eucaristía, donde la Palabra se proclama y se actualiza en el sacrificio de Cristo.
La santa siempre vinculó la oración personal con la vida litúrgica, viendo en la Eucaristía el culmen del encuentro con el Señor.
Un Llamado a la Perseverancia
Santa Teresa es clara en que la oración requiere perseverancia. En Camino de Perfección, exhorta a no abandonar la oración aunque haya sequedad o distracciones.
La Palabra de Dios, aun en los momentos de dificultad, es un ancla que sostiene la vida espiritual.
En este Mes de la Biblia, la invitación es a comprometerse con una práctica regular de oración, confiando en que el Señor siempre acompaña a quien lo busca con sinceridad.
Semejanzas y Diferencias con la Lectio Divina
El Método Teresiano de oración comparte profundas similitudes con la Lectio Divina, la antigua práctica monástica de oración con la Sagrada Escritura, pero también presenta diferencias que reflejan la espiritualidad única de Santa Teresa.
Ambas prácticas se centran en la Palabra de Dios como vehículo para el encuentro con Cristo.
La Lectio Divina sigue un esquema estructurado de cuatro pasos: lectio (lectura), meditatio (meditación), oratio (oración) y contemplatio (contemplación), a menudo complementado con un quinto paso, actio (acción).
De manera similar, el Método Teresiano incluye la lectura orante, la meditación imaginativa, el diálogo con Cristo, el silencio contemplativo y la resolución práctica, mostrando una clara convergencia en su propósito: transformar el corazón mediante la Palabra.
Una similitud clave es el énfasis en la meditación pausada. En la Lectio Divina, la meditatio invita a rumiar el texto, dejando que resuene profundamente, mientras que Teresa anima a “representarse” la escena bíblica, usando la imaginación para entrar en el pasaje.
Ambas prácticas buscan un encuentro personal con Dios, no un análisis intelectual, y valoran el silencio como espacio para la acción del Espíritu.
Además, tanto la Lectio Divina como el Método Teresiano culminan en un llamado a la acción, reconociendo que la Palabra debe fructificar en la vida diaria.Sin embargo, hay diferencias significativas.
La Lectio Divina tiene una estructura más formal, diseñada originalmente para la vida monástica, con pasos bien definidos que guían al orante.
El Método Teresiano, en cambio, es más flexible y personal, reflejando la experiencia espiritual de Santa Teresa, quien escribía para un público diverso, incluyendo laicos.
Teresa pone un énfasis particular en el diálogo afectivo con Cristo, como un “trato de amistad”, lo que da a su método un tono cálido y relacional, menos presente en la estructura monástica de la Lectio Divina.
Además, mientras que la Lectio Divina puede aplicarse a cualquier texto bíblico, Teresa favorece los Evangelios, especialmente las escenas de la vida de Jesús, para fomentar una conexión directa con su humanidad.Otra diferencia radica en el uso de la imaginación.
Aunque la Lectio Divina puede incluirla, no es un elemento tan central como en el Método Teresiano, donde la visualización de las escenas bíblicas es clave para despertar afectos y facilitar el diálogo con Cristo.
Finalmente, la Lectio Divina tiende a ser más contemplativa en su enfoque, mientras que Teresa integra la contemplación con una espiritualidad práctica, accesible incluso para quienes están en las primeras etapas de la oración.
En resumen, aunque el Método Teresiano y la Lectio Divina comparten el mismo espíritu de oración con la Palabra, el enfoque teresiano destaca por su flexibilidad, su énfasis en la amistad con Cristo y su uso de la imaginación, complementando la estructura más formal de la Lectio Divina.
Ambas prácticas, sin embargo, son caminos seguros para escuchar a Dios en la Escritura y responderle con la vida.
Conclusión
El Método Teresiano de oración, con su énfasis en la meditación de la Palabra, es un regalo de la tradición católica para todos los que desean crecer en su relación con Dios.
En este Mes de la Biblia, la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús nos recuerda que la Escritura no es solo un texto del pasado, sino la voz viva de Cristo que nos habla hoy.
Al disponer el corazón, meditar la Palabra, dialogar con Jesús, actuar según su voluntad y abrirse al silencio contemplativo, el orante puede experimentar la alegría de un “trato de amistad” con el Señor.
Que este septiembre sea una oportunidad para redescubrir la Palabra de Dios y, a través de ella, encontrar el rostro amoroso de Cristo que nos espera.
Y que María, Madre de la Palabra Encarnada, y Santa Teresa de Jesús nos guíen en este camino de oración, para que la Escritura sea luz en nuestra vida y nos lleve a vivir plenamente para la gloria de Dios.








